Está demostrado científicamente que, si el cerebro está continuamente cambiando de tareas, pierde tiempo, incrementa el mayor número de errores y la retención de concentración o memoria es peor. La sensación subjetiva de fatiga mental, de aturdimiento y embotamiento psíquico que muchas veces solemos experimentar al final del día, son los síntomas naturales de un sistema de atención y procesamiento de la información sobrecargado, al límite de su capacidad biológica. Se necesita primero enfocar la atención sobre una actividad, y luego “desengancharla” para pasar a la siguiente.
En un estudio llevado a cabo se describe a nuestra generación explicando que esta fatiga mental que sufrimos se denomina “trastorno de la multitarea”
Nos da pánico dejar de hacer, caer en el vacío y ver que el vacío no es "nada" y es mucho; el potencial donde emerge todo lo hasta ahora inexpresado. Desde ese lugar, podríamos alcanzar el borde de un acantilado, con nada más que el vacío frente a nosotros; tocar ese lugar, donde sea que esté, y experimentar la sensación de conexión íntima con nosotros mismos.
En el momento que emitimos la mirada hacía nosotros vemos las situaciones a distancia y formamos un criterio, este nos permite revisar las circunstancias difíciles o nuestros miedos con perspectiva, en esos momentos de conexión volvemos a casa, sin juzgarnos, aceptándonos; y es entonces cuando emerge una visión clara y penetrante donde mucho se nos revela.
En la Terapia Gestalt llamamos a esos momentos íntimos “insights” ó “darnos cuenta” tan importantes en nuestro recorrido y desarrollo como personas.
¿Cómo descubrimos cuáles son nuestros hábitos insanos y comenzamos a quitarles el poder? La ruta a esto es escucharnos más profundamente a nosotros mismos y la manera con la que me relaciono conmigo y con mi entorno. Escuchar con los sentidos desde el corazón y con atención plena en el aquí y ahora.
Practicar el presente continuo de la conciencia con la Terapia Gestalt
Dentro de la Terapia Gestalt el terapeuta toma contacto con el “cómo” de la experiencia presente de la persona más que en el “por qué”, haciendo presentes cada sensación, pensamiento o sentimiento.
Necesitamos entender cómo afrontamos las situaciones difíciles, cómo las vivimos, cómo las sentimos e interiorizamos. Para ello, hay que abrir un espacio en el que sea posible identificar cuáles son nuestras emociones y sensaciones presentes, mediante preguntas en el aquí y ahora, tales como “dime qué sientes con esto que te estoy expresando”, “dime dónde lo sientes”…